Personas mayores, no más abuelitos/as ni adultos mayores.
La población mundial está envejeciendo: la mayoría de países del mundo están experimentando un aumento en el número y la proporción de personas mayores.
El envejecimiento de la población está a punto de convertirse en una de las transformaciones sociales más significativas del siglo XXI, con consecuencias para casi todos los sectores de la sociedad, entre ellos, el mercado laboral y financiero y la demanda de bienes y servicios (viviendas, transportes, protección social…), así como para la estructura familiar y los lazos intergeneracionales.
A las personas mayores se las percibe cada vez más como elementos que contribuyen al desarrollo; se considera que sus habilidades para mejorarse a sí mismas y a la sociedad se deberían integrar en las políticas y en los programas a todos los niveles. En las próximas décadas, muchos países estarán sometidos a presiones fiscales y políticas debido a las necesidades de asistencia sanitaria, pensiones y protecciones sociales de este grupo de población en aumento.
El tamaño y la composición por edades de una población se determinan a través de tres procesos demográficos a la vez: la fertilidad, la mortalidad y la migración.
Todas las regiones han experimentado un aumento considerable en la esperanza de vida desde 1950. Al aumentar la esperanza de vida al nacer, la mejora en la supervivencia de las personas mayores, lo que determina que la proporción es cada vez mayor en la mejora generalizada de la longevidad.
La reducción de la fertilidad y el incremento de la longevidad son, por tanto, factores clave del envejecimiento mundial de la población; pero no hay que olvidar que la migración internacional también ha contribuido al cambio de las estructuras de edad en varios países y regiones.
En los países con grandes flujos migratorios, la migración internacional puede retrasar el proceso de envejecimiento, al menos temporalmente, ya que los migrantes suelen ser jóvenes en edad de trabajar. Sin embargo, los migrantes que se quedan en el país terminarán formando parte de la población de mayor edad.
Algunas de las denominaciones que utilizamos para referirnos a las personas de más de 60 o 65 años son prejuiciosas o representan una visión negativa de la población envejecida a nivel sociocultural.
Por esto, la Convención Interamericana sobre Protección de los Derechos de las Personas Mayores define en su artículo 2º, como “Persona Mayor”, a aquella de sesenta años o más, salvo que la ley interna determine una edad base menor o mayor, siempre que ésta no sea superior a los sesenta y cinco años. Este concepto incluye, entre otros, el de persona adulta mayor.
Si bien la Convención Interamericana sobre Protección de los Derechos de las Personas Mayores, estipula derechos y deberes para apoyar a las personas mayores como sociedad.
Sin embargo, no todas las personas mayores ven resguardados sus derechos debido a factores sociales. Por ejemplo, la soledad y el aislamiento social en las personas mayores es un riesgo grave de salud pública que afecta una cantidad significativa de personas, y las pone en riesgo de presentar demencia y otras afecciones graves.
Un nuevo informe de las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina (NASEM) indica que más de una tercera parte de los adultos de 45 años o más se sienten solos, y se considera que casi una cuarta parte de los adultos de 65 años o más están socialmente aislados. Los adultos mayores están en mayor riesgo de soledad y aislamiento social porque es más probable que enfrenten factores como vivir solos, perder familiares o amigos, tener enfermedades crónicas y pérdida auditiva.
La soledad significa sentirse solo independientemente de la cantidad de contactos sociales. El aislamiento social es la falta de conexiones sociales. El aislamiento social puede causar soledad en algunas personas mayores, mientras que otras pueden sentirse solas sin estar socialmente aisladas.
Aunque es difícil medir el aislamiento social y la soledad de manera precisa, existe una fuerte evidencia de que muchas personas mayores están socialmente aislados o se sienten solos, suelen estar más propensos a tener problemas de salud. Unos estudios recientes hallaron lo siguiente:
Un médico o terapeuta puede evaluar el riesgo que representa la soledad en una persona mayor, y el junto a un equipo interdisciplinario conectarlo a recursos comunitarios para que lo ayuden, si fuera necesario.
Pero siempre los pacientes (que pueden) deben tomar sus propias decisiones. A algunas personas mayores les puede gustar estar solas. Aquí el indicador clave es diferenciar que el aislamiento social y la soledad son dos aspectos distintos de las relaciones sociales y no están vinculados de manera significativa. Sin embargo, ambos pueden poner la salud en riesgo.
World Population Ageing Report. Informe sobre el envejecimiento de la población. 2019.
National Academies of Sciences, Engineering, and Medicine. 2020. Social Isolation and Loneliness in Older Adults: Opportunities for the Health Care System. Washington, DC: The National Academies Press
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